El mosaico puede considerarse como una forma extraña de arte.
Al igual que la pintura, el arte del mosaico es un arte realizado
en 2 dimensiones. Y como la pintura también, es un arte que permite obras de grandes tamaños. Sin embargo,
la diferencia de materiales utilizados y sus colores
hacen que los resultados sean
fundamentalmente distintos.
Los pequeños trozos de piedra utilizados en los mosaicos,
a diferencia del trazo continuo de la pintura,
transmiten una sensación más primitiva, más artesanal,
más rica en matices en gran parte debido, curiosamente,
a sus pequeñas imperfecciones.
La técnica del mosaico proviene de un perfeccionamiento
del primitivo pavimento que se hacía con guijarros
y se denominaba con el término griego de lithostrotos
("preparado con piedras").
Por su parte el tipo de mosaico más común
Por su parte el tipo de mosaico más común
o mosaico de teselas (opus tesselatum)
está realizado a partir de pequeñas piezas talladas
en forma más o menos semejante a un pequeño cubo.
La palabra tesela viene del latín tesserae,
que a su vez viene del griego tesse?e?,
que significa cuatro,
por los cuatro lados de que normalmente consta.
Cada pieza de un mosaico,
cada tesela, se distingue como elemento diferenciado
dentro del motivo general;
sin embargo, cuando se combina con otras piezas
y se contempla a cierta distancia,
el conjunto cobra un potente significado decorativo,
y los puntos diferenciados de color
se mezclan en la retina formando una imagen
sugerente mezcla de colores naturales,
de la tierra, que dan ese aire sobrio, de solidez,
pero donde se aprecian texturas increíbles.
Las pequeñas piezas se elaboran frecuentemente a partir
de materiales como el mármol y otras piedras calcáreas,
pero se han usado también piedras semipreciosas,
pasta vítrea o, en ocasiones han sido forradas
de finas láminas de oro o plata.
El mosaico es una forma de decoración arquitectónica,
diferente de otras formas de taracea o incrustación,
como por ejemplo las de madera, que suelen aplicarse
a objetos movibles y, por consiguiente,
pertenece a las artes decorativas.
El tiempo requerido para la realización de los mosaicos
es muy largo y por lo tanto el arte de elaborarlos
no dejaba de ser un trabajo costoso y normalmente
requería el encargo de un mecenas muy rico.
De este modo, el resultado,
la selección del tema y el estilo reflejaban la política,
las costumbres de la época y el gusto del mecenas
con mayor realismo que otras artes.
Los mosaicos primitivos
estaban hechos con cantos rodados y no con teselas.
Los cantos, de tamaños uniformes y en una gama
de colores desde el blanco hasta el negro,
eran recolectados en las playas y en las orillas de los ríos.
Y se usaban, sin ser cortados ni manipulados,
para hacer dibujos en los suelos. Con esta técnica,
aparentemente simple y limitada, los artesanos griegos
eran capaces de elaborar diseños complejos,
usando cantos entre uno y dos centímetros de diámetro
y delimitando áreas con minúsculas
piedras de color negro.
Suele asignarse la autoría de los primeros mosaicos
de guijarros a los griegos, aunque bien es cierto
que los asirios, los egipcios y los persas también
conocían esta técnica.
Los primeros ejemplos surgieron en Anatolia
Los primeros ejemplos surgieron en Anatolia
(parte occidental de la actual Turquía)
en el siglo VII u VIII a.C.
En las excavaciones realizadas en Gordium
se encontraron mosaicos sin imágenes,
dibujos sencillos de temas geométricos,
de color blanco, negro, azul y rojo oscuro.
Hacia el siglo IV a. C. se añaden al repertorio cantos rodados pintados artificialmente en rojos, verdes, grises y púrpuras,
como es el caso de La caza del león, del 300 a. de C.
en Pella, antigua capital de Macedonia.
Estos "mosaicos de piedrecitas" eran muy populares y se encontraban a menudo en los centros de influencia
de la época como Atenas, Esparta, Sicilia o Assos.
La piedra resultaba decorativa, económica y duradera.
Probablemente no se utilizarían inicialmente sobre superficies verticales porque no existían medios adecuados para asegurar las piedras y por lo tanto los mosaicos murales fueron una rareza.
También es verdad que el que no haya prácticamente rastro de mosaicos verticales en la antigüedad se puede deber a que estaban más expuestos a su desaparición debido a que las piezas tienden a desprenderse y caer por la acción del tiempo o a la simple destrucción de los muros que las albergaban.
Los primeros mosaicos de teselas que conocemos se produjeron a finales del siglo III a.C. o principios del siglo II a.C. en la ciudad
de Pérgamo (en la actual Turquía, próxima al mar Egeo).
En el recinto palaciego del Rey Eumenes un artista conocido
con el nombre de Hefaisto usaba fragmentos de vidrio,
combinados con piedra natural y
hasta había dejado su firma impresa.
Una corriente importante en los inicios del mosaico greco-romano fue considerarlo como una simple imitación de la pintura y despertaba mayor admiración cuanto más se aproximaba el artesano a los efectos que conseguía el pintor con su pincel. Para ello se utilizan teselas sumamente reducidas (de unos pocos milímetros de lado) y se buscaban las máximas gradaciones de color. Esta técnica se designaba en la Antigüedad como opus vermiculatum, por la flexibilidad lograda.
Es una concepción que requiere una gran habilidad técnica.
Un ejemplo es el trabajo del mosaiquista llamado Sosos
de Pérgamo. Este artista realizó el mosaico que se conoce con el nombre de Las palomas, que está compuesto con teselas muy pequeñas: ¡sesenta teselas ocupan el espacio de un centímetro cuadrado! Los griegos apreciaban esta técnica, particularmente en la época helenística, pero los romanos la llevaron a su pleno desarrollo y sus obras se consideran como
la expresión más alta de este arte.
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