)( ARABESCOS )(
)( Caligrafias en Mosaicos )(
)( Platos )(
WA LA GALIBA ILLA LLAH
)( Y no hay mas vencedor que Allah )(
La escritura cúfica como recurso ornamental
El kúfico -uno de los más antiguos estilos, originario de la ciudad iraquí de Kufa- dibuja letras de proporciones perfectas. El farsi, que alcanzó su apogeo en la antigua Persia, la India y Turquía, perfila letras colgantes. El nasj, por su bordado rítmico de los caracteres, es la forma comúnmente utilizada para escribir el Corán. Y el Ruqa'a es el diseño más popular para componer manuscritos de caracteres geométricos y curvos.
La inicial prohibición islámica de representar personas y animales llevó al artista musulmán a desarrollar diversas formas decorativas, como la epigráfica. De hecho, la caligrafía es el único arte especialmente árabe del Islam, pues se basa en la forma de las letras de su alfabeto, que es la expresión máxima de la estética musulmana.
Han coexistido dos grandes tipos de escritura en el mundo musulmán: el estilo cúfico, de carácter sobrio, con trazos rígidos y angulosos, y el nasjí, una especie de escritura cursiva, mucho menos solemne que la cúfica.
A pesar de que ambos estilos aparecen como recurso decorativo desde los primeros tiempos del Islam, es sin duda la escritura cúfica, cuyo nombre proviene de la ciudad iraquí de Kufa,
con su conjunto de formas rectilíneas y angulosas, la que ofrecía un valor más estético y monumental. Desde los primeros tiempos y hasta el siglo XII fue la única escritura empleada en la decoración arquitectónica, aunque también se utilizó con frecuencia para la caligrafía del Corán.
Con el curso del tiempo, y en torno al siglo X, el estilo cúfico inició un proceso de enriquecimiento y desarrolló una alta complejidad. Se incorporaron en los extremos superiores de sus trazos verticales o en las letras finales de las palabras unos motivos florales de gran elegancia, originándose así al llamado cúfico florido.
De hecho, el estilo cúfico dio lugar a algunas variantes, que no sólo se utilizarían en la ornamentación de los edificios sino también en las artes del libro.
Desde los primeros siglos del Islam han coexistido dos estilos de escritura: el cúfico, que se distingue por la naturaleza estática de las letras, y una especie de escritura cursiva, el "Nasji", con formas de fluidez variable. Dentro del cúfico encontramos el estilo de caligrafía propio de Al-Andalus; algunas fuentes árabes (Abu Haiyan al-Tawhidi, Ibn Jaldun e Ibn al-Sid de Badajoz, entre otros) suelen mencionar en sus respectivos tratados, la caligrafía andalusí como un estilo independiente y particular, aunque no precisan qué características formales le corresponden.
Todos ellos se refieren al cúfico cordobés de época omeya, aunque Ibn Jaldun hace referencia también a la cursiva andalusí. Sobre la caligrafía de Al-Andalus, este sabio teoriza: Al-andalus se ha distinguido por el poder de los omeyas, los cuales se caracterizaban por haber desarrollado la civilización urbana, las artes y la caligrafía, la cual llegó a definirse como una tipología caligráfica propiamente andalusí.
Sin embargo, en al-Andalus, el poder árabe se extinguió y con la posterior mezcla de costumbres y artes, como consecuencia de la decadencia de la civilización urbana (que este filósofo sitúa dentro de la historia del Occidente islámico, en el hundimiento de la cultura andalusí), la caligrafía llegó a ser realmente mala e imperfecta.
Para la caligrafía arábica, la escritura utiliza el cálamo caña cortada con una punta doble-, con el que traza líneas precisas y con frecuencia entrelazadas. En palabras del neoplatónico Al-Tawhidi (m.c.1010), la función del cálamo no es otra que plasmar en las mejores condiciones posibles una bella caligrafía, puesto que el instrumento del calí grafo no tiende a aislar los signos, sino que los integra en un ritmo continuo sin que se alineen en un mismo plano trazos diferentes.
Aquí reside el encanto de la caligrafía arábica, en el modo en que es capaz de combinar la forma específica de cada letra con la fluidez del conjunto.
Así pues, el cálamo tiene, por un lado, la virtud de grabar los secretos y expresar con claridad las ideas como el sabio más elocuente, mientras que por otro, es elogiable su capacidad para traducir lo invisible e informar acerca de lo oculto.
La caligrafía se considera la más noble de las artes, puesto que da forma visible a la palabra revelada del Corán. Puede decirse que nada ha plasmado mejor el sentido estético de los pueblos musulmanes que la escritura arábica, pues ésta sabe combinar la geometría con el ritmo, polos entre los que se mueve este arte.
En palabras de Ibn Jaldun: " la caligrafía es un arte noble, ya que la escritura es una de las características que diferencian al ser humano de los animales",
definiendo seguidamente este arte como el segundo nivel en la escala de expresión lingüística, es decir, como simple escritura: los trazos que dibujan las palabras percibidas por el oído y que expresan, a su vez, un contenido del alma.
Para el sabio andalusí Ibn Al-Sid de Badajoz (1052-1127), la caligrafía hay que definirla como "el procedimiento que permite transmitir el lenguaje por medio de la escritura siguiendo una serie de técnicas cuya finalidad es conseguir una letra clara, sólida y hermosa".
El filósofo árabe Abu Hayyan al-Tawhidi, recoge una extensa gama de opiniones, atribuidas a los sabios griegos, que nos acerca a la dimensión espiritual que alcanza la caligrafía: para el geómetra Euclides, ésta es una geometría espiritual que se manifiesta como instrumento corporal.
El poeta griego Homero
la define como "algo que el intelecto manifiesta en el cálamo a través
de los sentidos; cuando el alma se encuentra frente a la caligrafía, ama
en ella el primer elemento (el Intelecto)".
La caligrafía como enlace con el mundo espiritual es puesta también en boca de Platón, que dice: "el cálamo es la cadena del intelecto, la caligrafía es el regocijo de los sentidos y el deseo del alma es percibir a través de ella".
A Aristóteles también se le adjudica un concepto de caligrafía acorde con su teoría de la causalidad: "el cálamo es la causa agente, la tinta es la causa elemental, la caligrafía es la causa formal y la elocuencia es la causa final", dice el filósofo, destacando el valor de la caligrafía como vehículo de la elocuencia.
Vemos también cómo la caligrafía adopta la función de transmisora del conocimiento: tiene el poder de separar las ideas, recomponerlas y preservarlas como si de las perlas de un collar se tratase. Ibn Jaldun se inclina del lado de la función comunicativa de la escritura.
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)( Cuadros )(
"la caligrafía es expresión evidente de la palabra y el discurso, lo mismo que ambos son expresión de las ideas que contienen el alma y el pensamiento, por lo que ambos deben ser signos perfectamente claros".
La escritura traslada el pensamiento desde la letra escrita al discurso oral, grabándose en la imaginación, y desde el discurso oral a las ideas contenidas en el alma.
Esta adquiere así la facultad de pasar de una denotación a la idea denotada sin interrupciones, que es en lo que consiste la reflexión intelectual, explica Ibn Jaldun.
De esta manera, la superioridad de la escritura frente al lenguaje oral, es resaltada por los sabios al ser ésta perdurable, trasladar las noticias y las ideas a gran distancia y conservarlas para el futuro.
"Hay que empezar aprendiendo lo más difícil
para luego llegar a lo más fácil"
para luego llegar a lo más fácil"
El hombre es solo un títere que el Destino maneja a su antojo. El Destino nos empuja al tablado del mundo, pero cuando siente Hastío no duda en arrojarnos al cajón de la Nada.
El Destino, que con todo termina, acabar puede con tu alma y la mía. Vaciemos ya las copas y vamos a tumbarnos en el césped, pues pronto sobre nuestras cenizas ha de crecer la hierba.
Si ha sido Dios el que creó los seres, ¿Por qué tan pronto tiene que destruirlos? Si son feos e imperfectos, ¿quién tiene la culpa? Y si bellos y buenos, ¿para qué aniquilarlos? No pretendas Khayyam, descifrar el enigma de la Vida, que es sólo una ficción. Lo eterno es una copa llena de burbujas; tú eres una. Goza, no pienses en el cielo o el infierno.
Cuando hayamos partido sin dejar ningún rastro el sol no cambiará sus leyes ni sus ciclos; ya vivió sin nosotros innumerables siglos y no para deleitarnos luce su ardiente astro.
La tierra es un mosaico de dioses y creencias, de clérigos, profetas, sacros libros y textos: impiedad, fe, pecado, son sólo los pretextos que los hombres invocan al luchar como fieras.
Hola Ricardo:
ResponderEliminarSoy Susana, la encuestadora que le llamó esta semana. Me parecen impresionantes sus mosaicos. Le dejo la dirección de mi blog aunque lo mío es mucho más casero. Gracias otra vez por haber sido tan amable conmigo. Un saludo
http://alrededordelespejo.blogspot.com.es/